El campeonato portugués fue escenario de un acalorado choque entre el Oporto y el Sporting de Portugal el viernes. Si el espectáculo estaba ahí con paridad en el marcador (2-2), el final del partido degeneró entre los 22 jugadores. Para tomar medidas enérgicas, el árbitro se vio obligado a repartir tarjetas rojas.